jueves, 7 de agosto de 2014

La bestia del Norte

La bestia estaba fuera. No sabíamos de dónde provenía ni cómo había llegado hasta nuestra aldea, pero sabíamos que se alimentaba de carne humana y que, aunque tenía apariencia de hombre, sus ojos no lo eran.

Hablaba en francés con una voz hueca, como si su boca sólo fuera el transmisor de un lamento que procedía del más oscuro de los abismos.

- Está frente a la casa, Ginés -me dijo mi hermano con la cara desencajada por el pánico. Se había asomado entre los tablones que teníamos a modo de contrafuerte sobre puertas y ventanas y debió de verlo allí apostado bajo la lluvia y el fuerte viento que arreciaban.

- Apártate de la ventana, Eduardo -le dije-. No puede entrar, ¿vale? Hemos atrancado todos los accesos.

Un trueno retumbó con furia en el exterior y todas las luces de la casa vibraron hasta apagarse. El salón quedó sumido en una oscuridad casi absoluta, tan solo rota por los pequeños haces de luz que se filtraban desde las farolas de la calle.

- ¡Oh, Señor! -escuché gimotear a mi hermano.

Intenté mantener la calma por él, por los dos, pero el corazón bombeaba en mi pecho a velocidad frenética y me temblaban las manos.

La silueta de la bestia se proyectó en la pared del salón a través de las rendijas de los tablones. Estaba justo frente a una de las ventanas.

- No puede entrar -repetí cada vez con menos convicción.

Había sido testigo con mis propios ojos de su portentosa naturaleza, de su fuerza y su rapidez sobrehumanas. En mi fuero interno sabía que si quería entrar, encontraría la manera.

Entonces la bestia desapareció de la ventana, su sombra se esfumó de la pared. Le siguieron unos instantes de calma tensa en los que reinó el silencio. Mi hermano se acercó a mí y me cogió del brazo, fue en ese momento cuando comenzamos a escuchar unas pisadas en el tejado.

Comprendí demasiado tarde lo que se proponía. Aparté a mi hermano de un empujón y así con fuerza uno de los candelabros que adornaban la mesa del salón.

Por la chimenea cayeron pedazos de ladrillo y piedra y después se asomaron sus ojos, sus horribles ojos de serpiente colgados boca abajo como un vampiro. Gritó al vernos y se abalanzó, con velocidad de vértigo, no sobré mí como esperaba, sino sobre mi hermano que yacía en el rincón más alejado, donde yo le había empujado.

- ¡No! -grité mientras corría hacia ellos con el candelabro en alto, preparado para ser descargado sobre la cabeza de la bestia.

Mi hermano soltó un alarido y, en mitad de mi carrera en la penumbra, tropecé con una de las sillas del comedor y caí al suelo. Mi arma salió despedida y chocó contra una de las paredes. Desarmado, intenté levantarme a pesar de la palpitación dolorosa que me latía en la espinilla.

Entonces la luz volvió, y al contemplar la escena perdí la razón. Mi hermano guardaba un as en la manga, un as en forma de cuchillo que había clavado en el vientre de la bestia. El infernal engendro se desangraba en el suelo sin moverse, como un saco vacío; sus ojos volvían a ser humanos.

Sin embargo, mi hermano... ¡ah, mi hermano! Al mirarlo caí al suelo y enloquecí. Sus ojos estaban desfigurados como los de una serpiente.

- Mon frère -me dijo en perfecto francés a pesar de no haber dado una clase en su vida-. Maintenant, je suis la destruction et la mort. 

17 comentarios:

  1. Excelente relato, Ángela, y su final terrorífico, no me extraña que Ginés pierda... (no quiero spoilear).

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  2. -Está frente a la casa, Ginés.
    -Apártate de la ventana, Eduardo

    Sé que intentas presentar a los personajes, pero no se siente sutil.

    Me gusta que acabe en cliffhanger.

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    1. Sí, es lo que pasa en las historias tan cortas, que a veces resulta complicado introducir a los personajes sin que suene forzado.... Un rollo, pero se intentará mejorar.
      Muchas gracias por pasarte y comentar :) :)

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  3. Otro grandísimo relato que nos has ofrecido Ángela :)
    ¡Abrazos!

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  4. Efectivamente, otro gran relato, amiga Ángela. Nos tienes mal acostumbrados... Ya me dirás a dónde te mando la factura de las pastillas para dormir... jejeje
    Me ha encantado el ritmo del relato, mi corazón iba latiendo al mismo ritmo (yo tengo un relato parecido, en ritmo, a este... creo... :-) )
    Un besillo Ángela!

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    1. Gracias Ramón!! Ya sabes que mí el que me mueve el corazón es tu libro del advenimiento y Alejo el que me hace reír. Pero me pasaré a echarle un ojo a ver si encuentro ese relato y me convence tanto como los otros dos :) :)
      Un saludo!

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    2. Aquí te dejo el enlace, por si te apetece leerlo: http://berkowsky-jukebox.blogspot.com.es/2013/11/normal-0-21-false-false-false-es-x-none.html

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  5. Un relato macabro con un final inesperado como nos has acostumbrado, abrazos Angela

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    1. Gracias a ti Alejandra por leerlos y compartirlos siempre! Un abrazo linda!

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  6. Muy bueno, como todos tus relatos. Eres una excelente escritora.

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  7. Vaya contigo! te diré que estás creando un monstruo, a tu historia me refiero, si en un par de capitulos ya nos das esta intensidad, hasta donde nos atreveremos a seguir... (En mi caso hasta el final, por supuesto) Bravo Ángela!

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    1. Muchísimas gracias como siempre por tus palabras Miguel Ángel! Me hacen muchísima ilusión! Un abrazo!

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  8. Me encanta Ángela que gran descubrimiento tu blog!!

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    1. Mil gracias, guapísima!! No sabes cómo me alegra de que te guste!! Un saludo!! :) :)

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