Esta entrada forma parte de la historia por capítulos La chica del abrigo amarillo. Si quieres enterarte de toda la historia, el listado de todos los capítulos aquí
Le despertó el monótono repiqueteo de un bastón de madera en el suelo. El Maestro se dirigía con lento caminar hacia el patio delantero.
Le despertó el monótono repiqueteo de un bastón de madera en el suelo. El Maestro se dirigía con lento caminar hacia el patio delantero.
Amelia había puesto
cuatro platos sobre la mesa y estaba repartiendo pequeñas rebanadas de pan en
cada uno. Dizzie aún dormitaba a los pies de la cama. Debía de haberse movido durante la noche.
- ¿Es de día ya?
–preguntó restregándose los ojos.
- Todo lo de día que
puede ser en Lontananza –le respondió el Maestro abriendo la puerta. Al otro
lado solo había oscuridad.
Tenía la manga del
jersey subida hasta el codo y se dio cuenta de que su peculiar tatuaje de la
muñeca con forma de tres ahora era un dos. Se colocó el jersey como pudo y se
acercó a la mesa.
- Querría un vaso de
leche –le dijo a Amelia que estaba sentada enfrente de él comiéndose su
rebanada de pan.
Ella se levantó, se
acercó al armario por el que habían entrado el día anterior y cogió un pequeño
recipiente de hojalata. Salió al patio y regresó un minuto más tarde con el
vaso lleno de un líquido pardusco.
- Agua de nieve
derretida –le dijo a Dani dejándolo delante de él-. Si te concentras mucho le
encontrarás cierto sabor a fresa. Es lo máximo que puedo darte, chico.
- Me llamo Daniel.
Cogió el tarro que
hacía de vaso y dio un sorbo. Estaba tan frío que se le durmió toda la boca de
golpe.
- Está helado.
Amelia suspiró e
hizo un giro de muñeca alrededor del vaso. Al instante empezó a humear y entre
el vapor que desprendía Dani vio cómo se dibujaba la Marca de Amelia.
- Si ahora
pronunciara tu Marca, ¿volvería a enfriarse? –le preguntó.
- Podría enfriarse o
comenzar a hervir, depende de lo que tú quisieras hacer con mi hechizo. Aunque
con la escasa práctica que tienes dudo que pudieras controlar el efecto.
- ¿Puedo probar?
- Puedes probar,
pero si lo enfrías no voy a volver a calentártelo.
Dani se calló y
bebió del vaso. No le hizo falta concentrarse para percibir el aroma y el sabor
a fresa. Era como estar tomando un dulce batido caliente. Dizzie tenía razón:
la nieve de Bambala sabía a fresa.
Dani se volvió para
buscar al felino y vio que aún no se había movido de la cama. Le llamó un par
de veces pero el gato apenas movió la cola.
- Déjalo –dijo
Amelia en voz alta para que la oyera-. El un gato gandul de ovillo y chimenea.
- Pues no veo el
ovillo ni la chimenea –contestó abriendo uno de sus ojos verdes-. Si hubieras
pasado toda la noche encogida en una de esas sillas no desaprovecharías la
oportunidad de una cama mullida.
Se estiró arqueando
el lomo y bostezó mostrando toda la fila de pequeños colmillos afilados como agujas.
- ¿Qué hay para
desayunar? –preguntó.
- Pan de trigo –dijo
Amelia-. Es lo único que permiten vender en el bazar.
- Entonces creo que
no tomaré nada. Esperaré a llegar al Exterior para cazar un par de ratones.
- ¿Te vas?
–preguntaron Amelia y Dani a la vez.
- Sí, ya he visto
todo lo que tenía que ver. No pinto nada en esta tierra donde incluso en mi
casa soy perseguido. Todo por lo que una vez peleé y defendí se muere, no voy a
quedarme a ver cómo se consumen las cenizas.
- Voy a encabezar
una rebelión, Adrazel. Devolveré el sol a Lontananza.
- Siempre que
consigas entrar en el Castillo Negro y salir de él con vida.
- Saldré de él con
vida y con Calas.
- Pues avísame si
eso ocurre, mientras tanto mantendré mis bigotes fuera de Bambala –hizo una
pausa para rascarse detrás de la oreja-. Ahora tendrás que encontrar la manera
de romper el vínculo de los Administradores si quieres que Dani se quede
contigo.
Se produjo un
silencio tenso en el que la ex princesa y el ex gobernador de Calendra se
miraron sin decir nada.
- El vínculo de los
Administradores está creado con una Magia básica –dijo el Maestro entrando de
nuevo en la habitación-, hasta una mosca podría romperlo. Otra cuestión
distinta es el número de tu muñeca, con eso no podemos hacer nada, tendrás que
aprender a esconderlo cuando empiece a contar en negativo.
“La cuestión
importante aquí es: ¿estás preparado para este viaje?
El Maestro de
Símbolos miraba directamente a Dani. Tragó saliva y dejó sobre el plato el
pedazo de pan que se estaba comiendo.
- Sí, estoy
preparado –dijo.
- Maestro, es tan
solo un niño –dijo Amelia-. No puedo responsabilizarme de él ni protegerlo de
todos los peligros que me encontraré por el camino. Bastante tendré con
mantenerme a mí misma con vida.
La tortuga cerró los
ojos y apoyó todo el peso de su cuerpo sobre el bastón.
- Y dime, querida
niña –dijo-, ¿cómo piensas abrirte paso hasta el Castillo Negro? ¿Tienes idea
acaso de la clase de magia que protege ese lugar?
Amelia abrió la
boca para contestar pero la cerró sin haber dicho nada.
- Exacto –dijo el Maestro-, ni tú ni nadie lo sabe. Pocos son los que se
han atrevido a ir más allá del puente sobre el Abismo de Otruria y ninguno el
que ha regresado. Necesitas al chico y el nombre de la Marca para tener la
mínima oportunidad de llegar hasta la Puerta Negra.
La chica bufó como un animal enjaulado
- Re-fantástico. De heroína a niñera, he aquí la gran historia de mi
vida.
- ¿Eso es un sí entonces? –preguntó Daniel con la boca llena del último
trozo de pan que se había metido.
- Despídete de tu minino –le contestó-, es probable que no volváis a
veros en esta vida.
Y con un aura de mal genio revoloteando alrededor de ella, cogió su
abrigo amarillo y salió al patio. El Maestro, por su parte, se sentó en el
suelo con postura de meditación y cerró los ojos.
Dani se volvió hacia Dizzie que seguía tranquilo sobre la cama. El gato
le devolvió una mirada inexpresiva propia de cualquier otro animal del
Exterior.
- ¿Me has perdonado ya por lo que te dije anoche? –le preguntó Dani.
- No hay nada que perdonar –le respondió-. Puede que en parte tuvieras
razón, pero solo en parte. También estoy preocupado por ti y por lo que pueda
pasarte, me sentiré responsable por todo lo que te ocurra pues yo te hablé de
este lugar y te lo metí en la cabeza. Si no te hubiera contado nada de
Lontananza ahora no estaríamos aquí.
- No tienes que culparte de nada, Dizzie. Yo he tomado la decisión de
quedarme y todo lo que me pase será porque yo así lo he querido. Regresa
tranquilo.
- Daniel, entiende una cosa, yo no llegué a ti de forma casual. En esta
vida hay un motivo para todo, y aunque no puedo revelarte el mío, créeme cuando
te digo que Lontananza no es un lugar para ti.
- Nada de lo que me digas me hará cambiar de opinión.
- Si no vuelves, tu madre se morirá de pena.
Daniel se levantó de la silla y se acercó hasta donde el gato estaba
sentado para coger una de sus patas entre las manos.
- No puedes permitir que eso ocurra –le dijo-. Esa es la promesa que
quiero que me hagas antes de irte. Tienes que cuidar de Eleanor para que no le
pase nada malo hasta que sea feliz de nuevo.
- Lo intentaré pero…
- Prométemelo, Dizzie.
El animal cerró los ojos vidriosos y asintió.
- Te lo prometo.
¡Hola Ángela! Hacía muchísimo tiempo que no me pasaba por aquí y veo que sigues escribiendo igual de bien :D. Te quería comentar que, como no tengo apenas tiempo de visitar blogs, te dejo mi facebook para que podamos estar en contacto por allí si te parece ya que sí que lo frecuento todos los días :)
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/TulkasHammerPain
¡Ya me dirás. Abrazos y cuídate!
Bienhallada! Que sorpresa! Yo también volveré pronto. Un saludo. Nos leemos.
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