viernes, 11 de julio de 2014

Los habitantes de la niebla


Eran las dos de la madrugada, llevaba conduciendo dos horas por una carreretera costera cuando, tras girar una curva, me topé con un muro de niebla que se elevaba hacia el cielo. Surgía de la nada y engullía todo el paisaje, incluyendo la carretera que desaparecía tras la cortina blanca.

Antes de internarme en el espeso banco de niebla, el coche se detuvo sin más. Su motor se apagó con un leve zumbido y se extinguió lentamente. Avancé por la inercia del vehículo hasta detenerme justo a un metro de la niebla.

Me quedé a oscuras con la única iluminación de la luna.

Intenté arrancarlo de nuevo pero no tuve suerte, había muerto. Maldije golpeando el volante con el puño, eran dos horas de vuelta andando hasta el pueblo más cercano y la opción de internarme en la niebla ni siquiera pasó por mi cabeza.

Salí del coche, la mecánica no era mi fuerte, pero quizás echando un rápido vistazo al motor pudiera averiguar lo que había pasado. Entonces vi la sombra difusa emergiendo de la niebla. Un borrón oscuro al principio que poco a poco fue adquiriendo la forma de un niño, pareció materializarse de la esencia misma de la niebla. Estaba vestido como si acabara de representar una función de Oliver Twist.

Recuerdo que me acerqué a él con cierta preocupación, ¿qué hacía un niño a aquella hora de la noche en una carretera desierta? Tenía un aspecto sereno y tranquilo, una actitud que no encajaba con la situación. Y sus ojos... cuando estuve tan cerca como para poder apreciarlos bien, vi que sus ojos eran dos puntos negros sin pupila ni iris.

Sonrío y me mostró su lengua negra. Es lo último que recuerdo.

- Lo siguiente que sé, señoría, es que me encontré rodeado de toda esa sangre. Lo empapaba todo: las paredes, el suelo, el techo... y los cadáveres de esas mujeres que ni siquiera conocía, el cuchillo en mis manos... yo...

El acusado gimió en el estrado. Parecía a punto de sufrir un ataque de ansiedad.

- ¿Pretende que nos creamos esa historia? -le preguntó el fiscal alzando una única ceja.

- Pueden creerla o no -le respondió-, pero es la verdad 

Le siguió un prolongado silencio en el que el fiscal casi dudó de su culpabilidad, pero ese sentimiento se esfumó en cuanto volvió a hablar.

- ¿Quiere decir algo más? -le preguntó.

- Sí -titubeó-. Él me poseyó... -alzó la mano y señaló a los presentes-. Todos ustedes, protéjanse de los habitantes de la niebla.

9 comentarios:

  1. Tributo bien merecido a tan magnifica obra literaria.

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    1. Es el mejor! Su mención ensombrece mi relato con su alargada sombra, pero tenía que hacerlo :)

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  2. Muy buen relato Angela, siempre les das un toque final a tus escritos que uno quiere seguir hasta el final y mas, abrazos

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    1. jejeje!! Muchas gracias Alejandra!! :) Soy a la primera que le cuesta dejar lo relatos ahí, me gustaría escribir más y más sobre ellos.
      Saludos guapa

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  3. ¡Hola Ángela! he descubierto tu sitio gracias a otros blogs amigos y... ¡¡me ha encantado!!
    Creo que tu trabajo es muy bueno y me encantará seguirlo de cerca en el futuro.

    Yo tengo un blog sobre fantasía y ciencia ficción (con relatos míos, poemas, música, información sobre películas y libros...). Te invito a que visitarlo y suscribirte si te gusta :).

    http://donde-los-valientes-viven-eternamente.blogspot.com.es/

    ¡Un saludo y cuídate!

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    1. Muchas gracias por tu comentario!! Me pasé por tu blog y me gustó mucho, mucho! Ya tienes una seguidora más, así que nos vamos leyendo!!
      Saludosss!! :)

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  4. Muchas gracias, Luciano!! Leí tu tributo inspirado en el Maestro, muy bueno recordando a los Chicos del Maíz :) Me ha gustado mucho.
    Saludos!! :)

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