Un relámpago partió el cielo de
un latigazo y el trueno retumbó entre las lápidas del cementerio de St. Joan. El
ambiente se cargó de electricidad estática y se le puso el vello de punta.
Levantó los brazos y, mientras
las gruesas gotas de lluvia comenzaban a humedecerle los labios, recitó las
últimas estrofas de la letanía junto a la tumba de su amante. Era la Noche de Todos
los Santos, el sonido de las campanadas de media noche llegó a sus oídos como
un lamento lejano desde la torre de la Iglesia. Había concluido el ritual a
tiempo, todos los pasos establecidos durante las tres últimas Lunas Llenas se
habían realizado meticulosamente. No había opción al fracaso.
Espero. Un minuto, cinco, quince…
La lluvia caía con fuerza pero el único movimiento en aquel páramo de huesos
era el del viento arañando los cipreses.
Se desesperó y arañó la tierra de
la tumba bajo sus rodillas. La notó blanda, aireada, como si hubiera sido
removida recientemente… tal vez…
Se oyó el quejido de las puertas
del cementerio abriéndose con lentitud, empujadas por una mano falta de fuerza,
ausente de vivacidad. No se atrevió a volverse, tal vez todo había surtido
efecto antes de tiempo.
Escuchó pasos a su espalda,
lentos, fatigosos. Un paso, silencio, dos seguidos, silencio otra vez.
Silencio.
Una mano que hedía a muerte se
posó sobre su hombro y una voz reseca como pasto le susurró al oído.
- Buenas noches, querido.
Excelente.
ResponderEliminar;)
EliminarMe dejas con ganas de más. ¿Cómo se habría sentido él mientras esperaba? A mi se me ha acelerado el corazón. ¿Y sentiría alivio, o miedo? Ais. Un gran relato, me ha gustado mucho :)
ResponderEliminarEstremecedor ese final y muy bien narrado todo el relato. Me ha parecido muy bueno, mis felicitaciones. Un placer haberte leído. Besos y feliz finde.
ResponderEliminarMil gracias, preciosa!! El placer es mío por que me hayas leído. Besos para ti también y feliz finde!!
Eliminar