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- Te dije que no
saldrías vivo de aquí si mentías –le dijo Barat mientras lo conducía escaleras
abajo.
- Pensaba que era
una amenaza, no una advertencia. Deberías trabajar en el tono con el que dices
las cosas.
El oso gruñó
mientras abría una puerta semioculta en mitad del pasillo inferior.
- ¿Quién es el gato
negro que busca Maese Dárail? –preguntó.
- Un cobarde y un
rastrero –dijo Dani-. No sé por qué sigo fiándome de él si no hace más que
engañarme con sus tretas y artimañas.
- No hablarás de
Maese Adrazel, ¿verdad?
- ¡Ajá! Veo que tú
también has sido víctima de sus trucos.
El oso estalló en
una risotada y dejó a Dani en el suelo.
- Todos en Calendra
hemos sido víctimas de ese pillo felino –dijo-, pero ha sido el Gobernador más
justo que ha tenido esta aldea.
- ¿Gobernador?
- Así es, pequeño
forastero, durante la época dorada. Incluso se alzó una estatua en su honor en
mitad de la plaza como muestra del agradecimiento de las gentes de Calendra a
su entrega y dedicación, aunque ahora el Nigromante haya ordenado ocultarla.
- Me cuesta creerte,
Barat.
- Puedes preguntarle cuando le veas.
- No estoy muy
seguro de que vaya a volver a verlo –dijo Dani mirando hacia el pasillo oscuro
que se había abierto tras la puerta. Un olor a cloaca inundaba el ambiente.
- Sé que voy a
arrepentirme de esto –dijo Barat-, pero puedes marcharte.
- ¿En serio?
- Sí, antes de que
me arrepienta. Diré que te has escapado. Avisa a Maese Adrazel de que Calendra
ya no es un lugar seguro para él, que Maese Dárail ha doblegado su voluntad
ante el Nigromante a cambio de una cura para su esposa y ha encarcelado a todo
aquel que ha demostrado un mínimo rechazo a la Autoridad Oscura.
- Gracias, Barat.
- Vete ya.
Dani corrió por el
pasillo y atravesó la taberna como una exhalación. Esta vez nadie reparó en su
paso.
Salió a la calle y
se dirigió al callejón por donde había desaparecido Dizzie. Allí se encontró
frente a un muro de ladrillo de varios metros de altura.
- Dizzie –susurró.
Le llamó varias veces
mirando hacia los tejados y la cima del muro, pero no obtuvo respuesta. Sabía
que no andaba lejos ya que el lazo del vínculo no se lo permitiría, pero no podía permanecer allí
más tiempo, Barat informaría enseguida a Maese Dárail de su fuga y pronto
tendría a la Guardia Nocturna encima.
Abandonó el callejón
y siguió la calle alejándose de la posada. No sabía a donde se dirigía pero
tenía claro que cuanto más lejos se encontrara de aquel lugar más seguro
estaría. Dobló la siguiente esquina y escuchó un siseo a su espalda.
Se volvió pero solo
vio la débil capa de niebla que avanzaba desde el Bosque. Comenzó a caminar un
poco más deprisa, pero no había dado ni cuatro pasos cuando escuchó de nuevo el
siseo. Se dio la vuelta y esta vez permaneció algunos segundos más observando
la calle, pero siguió sin ver nada.
Cuando se disponía a
reemprender de nuevo la marcha escuchó su nombre.
- Dani… psssss…
Dani.
Provenía de algún
punto entre la pared y el adoquinado de la calle. Se acercó y descubrió una
rejilla para la evacuación de aguas. Al otro lado unos ojos verdes lo miraban
desde la oscuridad.
- Dizzie, me has
engañado otra vez –le dijo Dani.
- No ha sido
exactamente así, pero ahora no hay tiempo para discutirlo. Debes salir de las
calles enseguida.
- ¿Cómo entro ahí?
- Tienes que volver
al callejón al lado de la posada. En la esquina izquierda, en el suelo junto al
muro, deberías poder ver una Marca de Hechizo. Se pronuncia Síbilis Oclusus. Es la entrada a los
pasadizos de Calendra.
- Pero no puedo
volver a la posada –dijo Dani-. Barat habrá dado ya la voz de alarma y nos estarán
buscando.
- No hay más
puertas, o regresas o caminas por las calles, y te advierto que con la Guardia
Nocturna haciendo rondas por ellas no es la mejor opción.
Daniel suspiró y
dirigió la mirada hacia la calle por la que había llegado. La niebla se estaba
espesando, quizás tuviera una oportunidad.
- Te espero allí
–dijo Dizzie, y sus ojos verdes se disolvieron en la oscuridad.
Daniel se acercó a
la esquina por la que había doblado minutos antes y asomó la cabeza. Desde allí
podía ver la entrada de la posada desdibujada por la niebla. Todo parecía
tranquilo.
Se disponía a salir
corriendo hacia el callejón cuando la puerta se abrió de golpe. Tras ella se
precipitó la delgada y esbelta figura de Maese Dárail seguida de media docena
de perros olfateando el aire. Los ojos plateados del hombre brillaban como
faros en mitad de la niebla.
El regreso por allí
estaba descartado, y con los chuchos rastreando su descarado olor a Exterior,
esconderse tampoco era una solución.
Uno de los perros
aulló como si hubiera encontrado el rastro de un conejo en una cacería y el
resto de los perros lo imitaron.
- No anda lejos, el
olor es fresco –dijo uno de ellos.
- Traédmelo –dijo
Maese Dárail con su anémica voz.
Daniel echó a correr
en dirección contraria al tiempo que los perros se lanzaban entre gruñidos en
su persecución. Pensó que con un poco de suerte podría correr lo suficiente
para dar la vuelta a la manzana de casas y llegar al callejón por el otro lado,
pero pronto comprendió que no era tan fácil como lo había imaginado. Calendra era un laberinto de calles sinuosas trazadas sin lógica y
casas que crecían aquí y allá como setas sin ningún sentido urbanístico.
Acabó perdido y con
su capacidad de orientación anulada. Fue cuestión de tiempo que se topara
con un callejón sin salida. Los gruñidos de la jauría se acercaban cada vez más
y pronto le tendrían a la vista. Retrocedió hasta que sus pies chocaron contra
el sólido muro de hormigón. Fin de la partida.
La sombra alargada
de los perros se proyectaba al inicio del callejón cuando vio un destello dorado
por el rabillo del ojo. Giró la cabeza y descubrió una Marca brillante en la
pared de la casa más próxima. Se parecía mucho… ¿podía ser que fuera la misma?
No tenía mucho
tiempo, era cuestión de segundos que los perros asomaran sus hocicos por el
callejón.
- Epsina micande –dijo.
Sintió por primera
vez la Magia de Bambala corriendo dentro de él y fue como si nunca antes
hubiera estado vivo hasta ese momento. Duró tan solo unos instantes y después
experimentó una especie de vacío cuando algo en su interior se quebró. La Marca
de hechizo desapareció y una parte de la pared se volatilizó para dejar al
descubierto unas escaleras de madera que ascendían.
Sin dudarlo traspasó
el umbral de la casa y subió por las escaleras, pero antes de llegar al final
un grito asustado le hizo detenerse.
- ¿Qué haces? Has
dejado la puerta abierta –dijeron.
Alguien cruzó a su
lado bajando las escaleras a toda prisa.
Se escuchó un
crujido y el muro de piedra volvió a aparecer ahogando los ladridos de los
esbirros de Maese Dárail.
Amelia, con los
brazos en jarras, lo observaba al comienzo de la escalera con los ojos
inyectados en sangre.
- ¿Cómo demonios has
llegado hasta aquí? –le preguntó-. Y sobre todo, ¿cómo demonios has abierto la
puerta?
- Leyendo tu Marca
–dijo Dani que se había quedado sentado a mitad de la escalera.
Una sonrisa
bobalicona había aparecido en su rostro, no se podía creer que la hubiera
encontrado.
- Esto es magnífico,
maravilloso, re-fantástico. Hasta un forastero sabe donde encontrar y pronunciar
mi Marca. Me pregunto qué será lo próximo, ¿aparecerá el Nigromante en mi
puerta y me pedirá que le ayude a destruir el mundo?
Subió varios
escalones y se encaró con Dani.
- Prometo cumplir mi
promesa de patearte el culo ahora mismo si no me dices cómo has llegado hasta
aquí –le dijo.
Se disponía a
contestar cuando una voz grave lo hizo por él.
- Ha venido conmigo.
La reconoció al
instante. El gato negro estaba sentado al final de la escalera y meneaba la
cola.
- ¡Dizzie! –dijo
Dani subiendo el resto de las escaleras hasta alcanzar al animal.
- Me alegro de que
estés bien –le dijo-. Te he venido siguiendo por los pasadizos todo el rato.
- ¿Dizzie? –preguntó
Amelia aún desde mitad de la escalera-. ¿Éste es el Dizzie del que me hablaste
el otro día? ¿Por qué te llama así, Adrazel?
- Es un diminutivo que
uso en el Exterior –respondió el felino.
- ¿Y con qué derecho
le has dado a este forastero el nombre de mi Marca?
Dizzie detuvo el
contoneo de su cola y miró fijamente a la chica durante un rato.
- Si no confiabas en
mí, ¿por qué me lo diste? –preguntó al fin.
- Demuéstrame que no
me equivocaba –le dijo-. Dame una razón convincente por la que este forastero
merecía conocer el nombre de mi Marca.
- Este forastero,
cuyo nombre es Daniel, puede ver las Marcas.
La mirada de Amelia
se dirigió hacia el chico y después regresó al gato. Parecía confundida.
- ¿Cómo? –preguntó-.
Eso no es posible. Me estáis mintiendo los dos.
- No te mentimos. Yo
mismo desconocía esa entrada –dijo Dizzie señalando el falso muro del final de
la escalera-. Ha debido de ver tu Marca en la pared y asociarla con la que
dejaste en la cueva para esconder los guantes. ¿No es así, Dani?
- Sí, pero hay otra
cosa que tengo que contarte –le dijo el chico-. He visto la Luna de Lontananza
por primera vez… y tiene una Marca dorada encima.
- La Marca del
Nigromante –susurró Dizzie.
Amelia palideció.
- Creo que tengo que
sentarme –dijo.
Y de un golpe se
derrumbó sobre las escaleras.
[Siguiente capítulo aquí]
¿Qué? ¿en qué momento vio la marca del nigromante? O.o
ResponderEliminarSorprendido,eh? Al final del capítulo anterior vio la Luna de Bambala por primera vez cuando Barat lo arrastraba por el pasillo... Ahí fue jijiji
EliminarEspero que te gustara! Un saludo!
:O Vaya....
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarCada lunes se pone más interesante. Al fin Dani encontro a Amelia y todo lo que tenga que ver con ella me intriga, espero que la empecemos a conocer a fondo. Besos y hasta el próximo capítulo.
ResponderEliminarHola guapa! Siiiii, por fin empezaremos a saber cositas de Amelia y qué relación tiene con Bambala. Espero que lo encontréis entretenido y que no perdáis la ilusión de seguir descubriendo partes de la historia ;)
EliminarUn beso guapa!
He llegado un poco tarde en la historia, pero es muy interesante.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias! Me alegro que te resultara interesante!
Eliminar¡¡Uoooooh!! ¡¡Lo sabía!! ¡¡Sabía que era la Marca del Nigromante!!
ResponderEliminarYa imaginaba yo que Dani era un niño muy, muy, muy especial.... *-* Y supongo que, el hecho de que pueda ver las Marcas, lo convierte en un ser más especial aún en Bambala... ¿Fue cómo si nunca antes hubiera vivido? ¡Jum! ¡Me llama poderosamente la atención esa frase! ¡Pero muy mucho!
El Oso... ¡Que "salao"! Lo que me hace pensar que quizás no todos estén a favor de Maese Dárail... Mucho Misterio se esconde en Calendra... ¡Y el primero Amelia!
¡A la espera del siguiente, Guapi!
¡Besis! ;)
Espero tu comentario como agua de mayo todas las semanas! Jejeje! Me encantan tus especulaciones. Ciertamente no todos están a favor de Maese Dárail en Calendra...
EliminarEl lunes sabremos un poco más de todo lo relacionado con esta historia :) :)
Un besazo guapa!
Sigo enganchado como desde el primer capitulo je, muy buena historia: Me siento un niño otra vez. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Carlos! Un placer verte por aquí de nuevo!
ResponderEliminar:) :)
Me despisté y ya tenía ganas de tu magia. En cada capítulo es imposible no sorprenderse. ¡Estupendo! Bueno no me enrollo que me quedan capítulos que leer. Un beso y sigo...
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