Desde la ventana de la nueva habitación de Dani se
veía el jardín trasero de la casa de al lado, aunque llamarlo jardín era decir
demasiado, pues no era más que un pedazo de tierra yerma donde la mala hierba
crecía sin control. Un caminito de piedras irregulares y mal colocadas lo
cruzaba desde la parte trasera de la casa hasta una estrecha puerta de madera
desvencijada que daba a la calle de atrás. Dani se preguntó si sería utilizado
muy a menudo.
El resto de la casa no
presentaba un mejor aspecto. La estructura era de lamas de madera agrietada que
habían perdido completamente su color, reemplazándolo por un gris plomizo. Dani
casi podía oír como crujían y se lamentaban aquellos tablones. Estaba construida
en dos plantas, con un tejado a dos aguas de lajas de piedra, muy inclinado
como era típico en el norte; y un porche delantero donde se estremecía una
solitaria mecedora.
Tras las estrechas ventanas del piso de arriba se
adivinaban unas pesadas cortinas ajadas por el sol. Todas estaban corridas
excepto una, y se movían casi imperceptiblemente. Dani aguzó la vista para
intentar ver a través de la oscuridad del interior. ¿No había una mujer de pelo
blanco devolviéndole la mirada desde dentro?
- ¿Qué estás haciendo, Daniel? –escuchó a su espalda.
Se volvió con un respingo. Su madre lo observaba
desde el marco de la puerta. Las ojeras bajo sus ojos habían ido
acentuándose a medida que se acercaba el momento de la mudanza, pero ahora que
por fin estaban asentados en su nueva casa, Dani esperaba que comenzaran a
desaparecer.
- Sólo miraba por la ventana –le respondió taciturno.
La mujer avanzó hacia su hijo pero se detuvo a los
pies de la cama y se sentó. Su cabello cobrizo caía en ondas artificiales hasta
media espalda y desprendía un ligero olor a amoniaco del tinte que se había
aplicado aquella misma mañana.
La gente solía decirle que había sacado sus mismos
ojos, azules oscuros como el cielo previo al anochecer; el resto era de su
padre: el pelo rubio y fino, las pecas sobre el puente de la nariz, sus labios
finos y la separación entre los dos paletos superiores.
- ¿Te encuentras bien? –le preguntó con aquel tono
de preocupación con el que le hablaba tras el divorcio.
Dani se quedó allí de pie y se volvió de nuevo hacia
la ventana. Las cortinas de la casa de lado habían dejado de moverse.
- Claro, mamá. Estoy deseando hacer nuevos amigos
aquí.
Parecería una mentira sin importancia sino fuera
porque mentir se había convertido en el gran problema de Daniel. Lo hacía
constantemente, hubiera un buen motivo o no. Mentía sobre su estado de ánimo,
sobre su edad e incluso sobre sus gustos y preferencias. Una vez les dijo a sus
profesores que no había podido terminar los deberes porque había tenido que
acompañar a su madre al hospital tras recibir una paliza de su padre. Joaquín
Almádena podía haber sido muchas cosas: un vago, un alcohólico y un ludópata,
pero maltratador no estaba entre ellas. Sus padres tuvieron que dar muchas
explicaciones a la junta escolar para acallar el revuelo que se montó.
Tras ese incidente hubo muchas mentiras más, no tan
escandalosas pero sí más innecesarias. Como aquel viaje a Disneylandia que
se inventó y que levantó las envidias de todos sus compañeros clase, cuando la
realidad era que Dani nunca había salido de Madrid. O como Dizzie, el
gato montañés que lo visitaba todas las noches para entregarle un trozo
del mapa de un tesoro enterrado en los bosques de la sierra madrileña.
Los tutores del colegio aconsejaron a su madre que
lo llevara a un psicólogo infantil para que tratara su adicción a la mentira,
pero Eleanor tenía problemas mayores en casa con un marido ausente que se
gastaba el dinero de la paga en alcohol y apuestas. Toda su atención estaba
puesta en las tretas y artimañas que tenía que
inventar cada mes para conseguir que le diera unos cuantos
billetes con los que poder llenar la nevera.
Cuando comenzaron los trámites del divorcio, Dani,
además de mentir, pasó a meterse en problemas de peleas. No era algo que él
buscara, al igual que no quería mentir, pero las disputas crecían a su
alrededor como setas, y las mentiras salían solas de su boca cuando trataba de
explicar a su madre por qué traía el cuello de la camisa roto o los brazos
llenos de arañazos.
Ahora, a casi quinientos kilómetros de distancia y
un año después de la petición de divorcio, Dani y su madre se encontraban en un
pequeño pueblo costero a veinte minutos de Santander, donde habían conseguido
un puesto de camarera para Eleanor. No era mucho dinero, pero sí el suficiente
para vivir dignamente y empezar de nuevo.
- No tienes por qué mentir, hijo –le dijo su madre
luchando contra la desesperación-. Es normal sentirse asustado frente a lo
desconocido.
Daniel adoraba a su madre. Tenía solo 10 años pero
se había visto obligado a madurar deprisa para ayudarla a enfrentarse a su
padre, a desprenderse de aquel hombre que la estaba consumiendo. Por ella
cambiaría, se alejaría de las peleas y aprendería a decir la verdad aunque
doliera. Ya había sufrido bastante en un matrimonio destructivo, no tendría
también un hijo problemático.
- No estoy asustado –le respondió-, tan solo
nervioso.
Eleanor suspiró y jugueteó con el anillo de oro que
llevaba en el dedo anular. Aún no había conseguido desprenderse de la alianza
de casada. Dani pensó que probablemente se sintiera insegura sin ella.
- Mañana no podré acompañarte a tu primer día de
colegio –le dijo desviando la mirada como si se sintiera avergonzada-, mi turno
comienza temprano. Pero podríamos hacer el recorrido ahora, antes de que
anochezca, así no te perderás mañana y llegarás a tiempo.
Dani asintió. Aún no era lo suficientemente
mayor para que le diera vergüenza ir de la mano de su madre, y se puso su
cazadora vaquera. Aunque estaban a finales de verano, hacía un frío propio del
invierno.
Siguiente capítulo aquí
Dani, niño de carne y hueso, ya ha empezado a engancharme. Las mentiras son las magias de los chavales. Saludos.
ResponderEliminar¡Ah, cuidado con la señora de la ventana!
Así es Nel, todos hemos fantaseado de niños, a ver qué es lo que pasa con Dani y sus historias... Me alegro de que te haya gustado y espero que continues leyendo los próximos capítulos.
EliminarUn saludo!!
Espero el segundo con expectación. El próximo lunes, sabremos más de este chiquillo. Muy buena antesala...
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Marisa! Se agradecen comentarios como el tuyo que te animan a seguir adelante :) :)
EliminarEspero no defraudar!! Un abrazo!
Dan ganas de saber más de Dani y sus aventuras. Esperaré el próximo lunes. Saludos desde Chile.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Celeste :) :) El próximo lunes, puntual, sabremos más cosas interesantes de la vida de Dani. Me alegro que te gustara. Un saludo para Chile!!
Eliminar¡Cuánto tiempo sin leerte! ¡Se te echaba de menos! Me ha atrapado esta historia de Dani. A ver que pasa el próximo día :-)
ResponderEliminarBesicos!!
PD. ¿Tendremos noticias de Melqui en breve?
Qué tal Ramón!! No sabes cuánto he echado yo de menos también este rinconcito que tengo para mí :) A ver si este nuevo año saco de tiempo de donde sea para poder mantenerlo!!
EliminarHabrá noticias del Melqui seguro!! Me paso a ver tu blog, a ver como siguen tus aventureros!!
Un saludo!!
Me ha gustado como empieza esta historia Ángela, la seguiré con mucho interés.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias Benjamin!!! No sabes cuanto me ayudan comentarios como el tuyo para seguir escribiendo!! Un saludo y mil gracias por pasarte, por que te haya gustado y por tu comentario!! :)
Eliminar¡Hola de nuevo Ángela! hasta hoy no me había dado cuenta que habías retomado de nuevo tus relatos y menudo alegrón me he llevado :). Me he quedado con más ganas de saber qué cosas le pasarán a Dani (yo también me llamo así por cierto jeje) ¡vaya intriga!
ResponderEliminar¡Muchos besos y nos seguimos leyendo! :)
Soy como una cría, he leído santander y se me ha puesto una sonrisa boba jajaja Me ha gustado mucho el capítulo, y ahora me pongo con el siguiente, que me has dejado con ganas de más.
ResponderEliminar¡Un besín!
Celebro volver a ver tu tinta Ángela, una introducción que deja las espectativas muy abiertas, no se género ni estilo aún pero confío en ti y tu arte, así que confiaré en que Dani nos de muchos buenos ratos. Bienvenida!
ResponderEliminarHola guapaaa!!! También me gusta cómo escribes jeje Qué bien encontrarte!!! :) La historia me gusta asíque la seguiré leyendo, junto con el resto de relatos ^^
ResponderEliminarUn besazo guapísima!!! :)
Como prometí, aquí estoy leyendo las aventuras de Daniel desde el principio. Su descripción física me ha recordado a Harry Potter, "es igual que su padre, pero los ojos son de su madre".
ResponderEliminar¡Un saludo! A por el capítulo dos.